Ayer mi madre me preguntó algo que, para ella, fue una pregunta bastante sencilla, pero a mí me provocó reflexionar y cuestionarme muchas cosas. Me dijo:
¿No te cansa estar siempre pendiente del móvil, pendiente de lo que hacen los demás?
Yo me reí y cambié de tema rápidamente, porque la verdad es que no sabía cómo contestarle. Pero cuando subí a mi habitación, me quedé pensando. Y sí, me cansa. De hecho, diría que mucho. Pero no lo muestro.
Tengo casi 17 años, y desde que tengo móvil uso redes sociales. Se puede decir que crecí con ellas, como si fueran una parte de mí. Lo primero que hago al despertarme es mirar TikTok, Instagram… también cuando estoy aburrida. Gran parte de mi tiempo lo paso ahí, sin darme cuenta. Las redes se volvieron parte de mi día a día, algo que no sé soltar, aunque muchas veces me hagan sentir peor. Y eso me hace preguntarme por qué las uso tanto… o cómo sería mi mundo sin ellas.
En las redes todo parece perfecto, hasta el punto de hacernos creer que la vida de los demás es más interesante que la nuestra. Todos salen, tienen un montón de amigos, parejas ideales, cuerpos perfectos, ropa cara… Y aunque sé que muchas de esas cosas no son reales, igual me afectan.
Por eso, muchas veces acabo mostrándome como alguien que no soy. Subo lo que queda bien o lo que sé que a la gente le va a gustar, aunque a mí no. Busco aprobación. Y cuando veo que una foto no tiene suficientes “me gusta”, la borro. A veces ni siquiera soy capaz de sacarme una foto sin filtro, aunque sea uno blanco y negro. Me cuesta reconocerme sin ellos.
Lo que más me duele es que a veces desaprovecho momentos reales por estar tan pegada a una pantalla. Como cuando voy a un concierto y prefiero grabarlo antes que vivirlo. O cuando paso una tarde con mi familia y llega un momento en el que me desconecto totalmente, solo por estar viendo historias o vídeos de gente que ni me importa.
Mi madre claramente no me lo dijo con reproche, fue solo una pregunta. Pero a mí, por dentro, me hizo ruido. Porque me di cuenta de que, sin quererlo, las redes me estaban quitando cosas que valen mucho más que un “like”, o el comentario de una amiga, o de un chico. Me estaban quitando la autenticidad, el tiempo, el presente.
No sé si podría vivir sin redes sociales, pero sí sé que no quiero depender de ellas. Quiero poder disfrutar sin necesidad de subirlo. Quiero mirarme al espejo y gustarme, sin que eso tenga que validarse con corazones. Quiero hablar con alguien y que me escuche de verdad, no mientras está mirando su móvil haciendo como que me escucha.
Tal vez todo esto empezó con una sola pregunta. Pero a veces, una sola pregunta puede despertar todo lo que estábamos intentando evitar pensar.
Hola Blanca. Me parece muy importante lo que dices y también algo valiente. No siempre somos conscientes de cuánto poder tienen las redes sociales sobre nosotros hasta que una pregunta tan simple, como la de tu madre, nos hace caer y darnos un golpe de realidad. Yo también pienso eso que dices de que perdemos muchos momentos por estar pegados al móvil, muchas veces me paro a pensar en la cantidad de cosas que podría haber hecho y disfrutado si no hubiera estado pendiente de qué publican otros. Muchas veces creemos que estamos conectados pero cuando nos damos cuenta, ya es tarde. Pararnos a pensar sobre esto y reflexionar creo que es el primer paso para intentar cambiar esto.
ResponderEliminarBlanca, tu texto me ha parecido muy profundo y sincero. Me ha gustado mucho cómo cuentas algo tan personal de una forma tan clara, dejando claro lo que sientes. Me ha hecho pensar en cómo muchas veces usamos el móvil por rutina, sin pararnos a pensar en lo que estamos dejando de vivir fuera de la pantalla. ¿No nos pasa a todos alguna vez, aunque no lo digamos en voz alta?
ResponderEliminarMe ha parecido muy valiente que reconozcas cómo las redes pueden afectar a nuestra autoestima o hacernos actuar de forma distinta solo para encajar. ¿No te parece un poco triste que necesitemos tantos filtros, no solo en las fotos, sino también en cómo nos mostramos? Creo que es algo que muchas personas sienten, pero que no se atreven a decir, y tú lo has contado con mucha naturalidad. Gracias por compartirlo, de verdad. Me ha dado mucho que pensar.